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Evolución del código fonético en español

CATEGORÍA:  ExpertoHistoria

ETIQUETAS:  Aimé PariscodigoFeinaiglefonéticolibrotraducciones

 4/9/2019

Evolución del código fonético en español

No hace mucho, conversando con Carlos Pereira (autor del libro Metodología para estudiar con éxito, Madrid 2018) le pregunté por el código fonético que mostraba en su libro, si era invención suya o lo había tomado de algún otro autor, pues presenta una relación número/letras bastante inusual.

— ¡Qué puñetas! Mi código me lo construyo yo como mejor me parezca.

Así, por ejemplo, el 1 lo relaciona con la l y j puesto que para él el trazo de estas letras son las que más se asemejan al dibujo del número uno. Sin embargo, confesó que en ocasiones ha confundido el 1 con la t debido a que casi todo el mundo suele establecer esta asociación:

— ¿A quién puñetas se le ocurriría asignar la t al 1?

Bueno, la respuesta a esta pregunta me la sé: la idea parte de un alemán llamado Feinaigle que tuvo tal ocurrencia allá por los primeros años del siglo XIX. Pero este hecho, claro, suscita una pequeña cuestión: Feinaigle no hablaba español... ¿cómo llega esta asociación número/letras a nuestro idioma?

Para quienes tengan curiosidad, voy a hacer un breve repaso por los distintos tipos de código fonético que han presentado aquellos autores de habla hispana que han escrito sobre esta materia.

Al principio

El primero en publicar un código fonético en español fue Pedro Mata (Manual de mnemotecnia, Madrid 1845) que muestra la siguiente relación número/letras:

1 = t d
2 = n ñ
3 = m
4 = r
5 = l ll
6 = j g
7 = c (fuerte) q k
8 = f v
9 = p b
0 = s c (suave) z ch x

Se trata de una adaptación —prácticamente una traslación directa— del código fonético empleado por el francés Aimé Paris, cuya mnemotecnia estaba en pleno auge por aquellos tiempos. Pero en tanto que el francés se basa en las ideas de Feinaigle, el resultado es el ya conocido.

Podríamos considerar esta relación número/letras como el modelo clásico o tradicional, pues la mayoría de autores posteriores o bien repiten la misma tabla o bien se basan en ella para, cambiando algunos detalles, construir la suya.

NOTA: Igual que Pedro Mata adapta al español la mnemotecnia francesa de Aimé Paris, muchos otros autores harán lo propio adaptando las mismas ideas a sus respectivos idiomas. El resultado es que a veces encontramos tablas muy parecidas al modelo clásico pero no porque el autor haya leído a Pedro Mata, sino porque quizás ha leído a un autor extranjero que, como también parte de la mnemotecnia francesa, muestra un código fonético muy parecido. En todos los idiomas encontramos tablas similares, ya que todos beben de la misma fuente.

Manuel Joaquín Pascual (Compendio de mnemotecnia, Madrid 1875), Cecilio Agustín Robelo (El calendario perpetuo y la mnemotecnia, Cuernavaca circa 1885) o José María Sierra de Luna (Mnemotecnia, Madrid 1940) son de los que utilizan exactamente la misma tabla de Pedro Mata.

José Rodríguez Huertas (Mnemotecnia ó Arte de auxiliar la memoria, Málaga 1897) simplemente añade al modelo clásico las consonantes y (al 5) y h (al 6). Ramiro Ros Ráfales (Mnemotecnografía, Madrid 1912) solo traslada la v del 8 al 9, para que aparezca junto a la b. Wenceslao Ciuró (Mnemotecnia teatral, Madrid 1959) divide la g en sonido suave (en 6) y fuerte (en 7). Sobre estos detalles, véase Selección de letras en el código fonético.

Avelino Martínez González (Epitome mnemotécnico, Madrid 1916) mantiene los mismos grupos de letras, pero asociados a otros números:

1 = l ll
2 = n ñ
3 = m
4 = r rr
5 = p b
6 = j g
7 = t d
8 = f v
9 = q k c (fuerte)
0 = s ch x z c (suave)

Los padres jesuitas Cesáreo Baztán (Ensayo práctico de mnemotecnia racional, Bilbao 1921) y Miguel García Estébanez (Manual de mnemotecnia, Barcelona, 1907) ya cambian algo más:

1 = t
2 = n ñ h
3 = m ch
4 = r j g (fuerte)
5 = l f
6 = d
7 = c (fuerte) k q g (suave)
8 = p y
9 = b v w
0 = c (suave) s x z

Otro modelo también singular es el que encontramos en Mariano Rubió y Bellvé (Arte de estudiar, Barcelona 1903) y Arturo Llopis (Cómo conservar la memoria, Barcelona 1955):

1 = b v
2 = k q c (fuerte)
3 = d
4 = f
5 = g j
6 = l ll
7 = m
8 = n
9 = p
0 = s z c (suave)

De estilo más tradicional, pero simplificado, es el código de Pedro F. Christophersen (Mnemotecnia, Buenos Aires 1946):

1 = t d
2 = n ñ
3 = m
4 = r rr
5 = l ll
6 = b p
7 = f v
8 = ch j
9 = g q
0 = s z

A observar la ausencia de la letra c. El autor considera que una vez aprendida esta tabla despojada de dificultades, fácilmente podrá el lector añadir las consonantes faltantes a los números apropiados.

En nuestros días

El modelo clásico sigue presente en autores más actuales, aunque éstos conocen el código fonético a través de segundos o terceros autores. Por ejemplo, Salomón Witty (El libro de la supermemoria, Madrid 1992) utiliza la misma tabla que Pedro Mata, pero la descubre leyendo a Sierra de Luna.

Con más o menos variaciones, son mayoría los autores que muestran un código fonético basado en el modelo tradicional: Josep María Albaigès (Ayudando a la memoria, Barcelona 1994), Marcos Mugica (Construye tu supermemoria volviendo a ser niño, 2015) o Susana Paz Enríquez (Técnicas de memoria, Madrid 2016) son los más clásicos; Ramón Campayo (Desarrolla una mente prodigiosa, Madrid 2004) o yo mismo (Consigue una excelente memoria, Madrid 2008) ya utilizamos un código más adulterado; Miguel Angel Vergara y José María Bea (Consigue una memoria de elefante, Barcelona 2017) utilizan el código de Ramón Campayo, mientras que David Baró (Los misterios de la mente, Barcelona 2016) prefiere usar el mío.

Pero veamos las propuestas de algunos espíritus libres cuya inspiración a la hora de diseñar el código fonético solo Dios conoce:

Guillermo Antón Pardo (Técnicas de memoria para oposiciones, Sevilla 2005):

1 = n l
2 = d ll
3 = t m
4 = r rr
5 = k q c (fuerte)
6 = s g
7 = f y
8 = ch
9 = b v
0 = z c (suave)

y reserva las letras p y j para representar signos como la barra inclinada / o el guión -.

Lunio (Cartomagia que hace historia, Barcelona 2018):

1 = l
2 = z c (suave) n ñ
3 = m
4 = c (fuerte) q k y ll
5 = s x ch
6 = b v w
7 = t f
8 = r rr
9 = g j p
0 = d

Y el citado al principio Carlos Pereira (Metodología para estudiar con éxito, Madrid 2018):

1 = l j
2 = n ñ
3 = m w
4 = k c (fuerte)
5 = v s
6 = b d
7 = t f
8 = g ch
9 = q p
0 = z c (suave) r

Mención aparte merece Jaime García Serrano (Sea usted una computadora humana, 1998) que nos muestra la siguiente tabla:

1 = n
2 = d
3 = t
4 = c
5 = s
6 = l
7 = m
8 = ch
9 = v b
0 = r

Aquí destaca el hecho de que, salvo el caso del 9, solo se utiliza una letra por número con el propósito de que la tabla resulte muy fácil de aprender. Las consonantes que faltan son como las vocales, no tienen valor.

Traducciones

El código fonético presente en las traducciones de libros escritos en lenguas extranjeras casi que merecería capítulo aparte.

Cuando el intérprete llega a las páginas dedicadas a este asunto debe enfrentarse a un pequeño problema: por un lado, consideremos que el traductor sabrá mucho de idiomas, pero no tiene por qué ser un experto en técnicas de memorización; por otra parte, el tiempo invertido en estudiar y analizar la cuestión seguramente sea tiempo perdido, pues es habitual que se cobre por palabras traducidas, no por tiempo trabajado.

Así, aunque cierto es que tampoco se trata de algo excesivamente complejo, las prisas unas veces y el desconocimiento otras (o ambas cosas a la vez) provocan que en ocasiones tropecemos con adaptaciones... bueno, digamos que mejorables.

No es momento de ponerse a recopilar aquí todos los códigos que descubrimos en las traducciones de autores extranjeros, que desde luego son unos cuantos, pero creo que hay al menos un par de trabajos que merece la pena citar.

Uno es el de la Dra. Julia Corominas en la adaptación al español del libro de Bruno Furst (Cómo desarrollar la memoria, Barcelona 1952). Es de destacar como en el cuerpo del texto se van traduciendo las frases de forma que podamos seguir fácilmente los razonamientos del autor original, pero al mismo tiempo en notas a pie de página nos sugiere cómo esas mismas ideas pueden adaptarse a nuestro idioma; de esta forma tenemos a nuestro alcance tanto el procedimiento original como el porqué del resultado final en español (puede parecer obvio, pero casi nadie se toma las molestias de hacer las cosas así). Furst, por cierto, utilizaba un código fonético clásico.

Otro caso interesante es el trabajo de Javier de la Fuente en la adaptación del libro de Kenneth L. Higbee (Su memoria, Barcelona 1998). Tratando de ser lo más fiel posible a la fonética española, presenta un código bastante extraño, pero desde luego es de los más trabajados (al menos, en el libro está extensamente razonado):

1 = b v p
2 = d t
3 = n l
4 = m
5 = s
6 = g j q k
7 = f
8 = ch ñ y
9 = r
0 = z c

Este mismo código es el que después copiará Alfredo Campos et al. (La mnemotecnia de la palabra clave, A Coruña 2003).

Notas finales

• Las tablas de los distintos códigos mostrados no son una réplica exacta del original, sino que se ha adaptado o «normalizado» el formato para que pueda apreciarse más fácilmente las diferencias o similitudes entre unas y otras.

• De aquellos autores que han publicado más de un libro (Albaigès, por ejemplo) señalo solo el primero de sus títulos.

• La lista de autores citados no pretende ser exhaustiva. Para un listado más completo, véase el Catálogo bibliográfico de libros en español.

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